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Repartiendo

Cafés.

La opinión dominical BdD.

Domingo 21 dic.

Num. 1

 Y.G.P.

 

Esta va  a ser una columna de opinión de la actualidad sociopolítica . Sin embargo, quiero empezar  por algo que sucedió en Madrid a escasos metros del lugar donde trabajo.

 

La historia tuvo lugar el pasado fin de semana en el barrio madrileño de La Latina, y comenzó por culpa de un metalizado coche, un adorable perro, una vecina apasionada y un  par de policías sensibles.

 

El plácido dormir del adorable perro, en el interior del  metalizado coche, hizo despertar las alarmas  de la vecina apasionada, que observadora con reloj en mano, llama indignada a la policía tras las  dos peligrosas horas que el adorable perro llevaba solo en el interior del coche.  

 

Pronto, el par  de  sensibles policías nacionales llegan junto al metalizado coche  con el adorable perro y viciados por la apasionada vecina, y  acompañados de una   sensibilidad perruna a flor de piel, entran en cólera y walkie-talkie  en mano piden auxilio. Fueron seis, los  policías que acudieron a la llamada.

 

Allí me encontraba yo,  en la puerta de mi trabajo frente a ocho sensibles policías, un metalizado coche, con un adorable perro en su interior y la apasionada vecina. Tras escuchar  "Pobre perro" "Es que esto es maltrato animal" " Esto va en contra de ley" "Si fuera un bebe ya estaría muerto", llega la dueña del  adorable perro. La incredulidad y la indignación fueron las primeras reacciones pero  pronto, pasaron al llanto y la angustia por las acusaciones de mal trato y la amenaza de denuncia, vertidas por los sensibles policías.

Mi condición de dueño de un perro y mi  vena periodística  provocaron que pasase de espectador morboso a personaje activo. -¿De qué se le acusa?- pregunté yo -De mal trato animal- me contestaron -¿Pero qué parte de la ley están  aplicando ustedes?- insistí -¿Acaso tengo que saberme todas las leyes?- me responde exaltado el policía  y apuntilla: Y además ¿Quién es usted para opinar? A ver si le voy a llevar a comisaría para que  opine. Jocoso como poco.

 

¿Como acaba la historia? La apasionada vecina se va, una vez visto el percal formado. La protectora dueña, que se había dejado al  perro en el coche mientras ella cenaba con amigos porque el perro lo pasa peor cuando se queda solo en casa, acabó sin multa pero con  bronquita "Esto no lo vuelva a hacer señora" y  los  ocho sensibles policías, orgullosos del trabajo realizado se dispersan. FIN

 

Me ha resultado imposible encontrar la parte de la ley que estos policías nacionales pretendían  aplicar.  También me resultó complicado entender que fuera la Policía Nacional quien actuase, ya que es  la  Policía Local quien tiene las competencias,    y tampoco entendí  la necesidad de   este octeto policial. Lo que desde luego  cercené es que el cateto enfundado en uniforme (desgraciadamente muchos, no solo en la policía), no sabe administrar el poder que le otorga el cargo y acaba por poner problemas  en vez de solucionarlos. 

 

Por tanto, y con esto acabo, quiero invitar a todos aquellos que  no sean capaces de administrar bien la responsabilidad de su poder a un buen café purgante para que les limpie y vacie,  esperamos que para siempre, de todas aquellas corruptelas y prevariaciones que el anhelado poder siempre tienta.

 

Ocho policías ¿Haciendo qué?

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Dir. Yago Gantes Peñarrocha                                                                                                                                                             barrasdondedesayunar@gmail.com.

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